Escrito por Ivan Ricardo Garavito.
En algún momento, las enseñanzas de los "iluminados" se convirtieron en religión, en algún momento sus palabras, que señalaban caminos adecuados las convirtieron en verdad absoluta, en algún momento los hombres que no tenian nada que ver con aquellos terminaron construyendo iglesias y traicionando los mensajes originales.
La verdad no necesita justificarse, la verdad no puede residir en las palabras, la verdad es; las palabras solo muestran imágenes de pensamiento. Y la edificación de instituciones, termina esclavizando a los individuos. Las instituciones se han convertido en la tumba de la humanidad, negando la relevancia del ser humano para poder existir. Pero ¿quienes conforman las instituciones? ¿Acaso no son los seres humanos? No es posible que alguna institución pueda pensar por si misma… eso sólo lo hace el hombre.
Así como las palabras han tomado el lugar de la verdad, las instituciones han tomado el lugar del ser humano.
En la actualidad los representantes de las altas esferas del gobierno hacen énfasis en la justicia social y lo plantean como uno de los objetivos primordiales de su trabajo. Pero dicha justicia solo es posible desde la construcción de verdadera sociedad. Se hace necesaria primero esa construcción.
Llamamos sociedad a la masa constituida de individuos que ocupa un espacio determinado y asumimos que “la sociedad” es tan solo una reunión de hombres, así llamamos sociedad a una cultura, a un pueblo, a un país pero se nos dificulta hablar de una sociedad universal, porque en el fondo desconocemos lo que es la sociedad.
El hombre común se asume como parte de lo que cree es una sociedad y en la que se considera incluido, pero con la que no se compromete. Esta falta de compromiso responde a la ausencia de identificación de un individuo con el otro, que es carencia del desarrollo de la conciencia; esta falta imposibilita el compromiso social. Hacer lo que todo el mundo hace, justificándolo con la frase “así es la sociedad” no se podría considerar como compromiso social, porque desconocemos o ignoramos el verdadero sentido de la sociedad: el de la igualdad de los seres humanos. Si es necesaria la educación, es para que el hombre se transforme en ser humano.
Cuando las religiones hablen del desarrollo conjunto del espíritu y la conciencia, cuando los políticos hablen del desarrollo humano primero que el desarrollo económico, cuando los entes educativos se preocupen por la recuperación del sentido de lo humano construyendo una verdadera sociedad, cuando las reuniones de individuos busquen la identificación y no la diferencia, talvez en ese entonces no “brillen” las instituciones, a lo mejor éstas sean solo un acuerdo de seres humanos auto concientes que buscan un fin que construya humanidad y no que sostenga un sistema…
Ivan Ricardo GaravitoDiciembre 2008
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