Primero que todo, esta entrada no es una apología de lo "chévere" que es la guerra o acerca de "mí país es lo máximo" o "él es un héroe porque lanzaba bombas desde el aire". Esto es tan solo una reflexión histórica, ya verán el porqué.
El General estadounidense degradado a Coronel, William "Billy" Mitchell se adelantó a muchos de los avances de la aviación de su época.
"Héroe" de la Primera Guerra Mundial, Mitchell era parte de la aviación del ejército, en una época en la que en su país no existía la Fuerza Aérea.
Para 1923 y estando aún en servicio activo, desató una verdadera tormenta pública en su país, al acusar de negligencia e ineptitud al Departamento de Guerra y a la Marina de su país, por las muertes de muchos pilotos durante vuelos realizados en tiempos de paz, por el uso de aviones con pésimas especificaciones técnicas y mantenimiento precario (un ejemplo más de nuestra ya conocida obsolescencia planificada).
Un dato "escandaloso" dentro de su juicio por insubordinación (el cual dio para la película de 1955, La Corte Marcial de Billy Mitchell, que le sirve a esta entrada de blog): Para 1923, los Estados Unidos sólo tenían 9 aviones de combate. El resto eran 1400 aviones de piezas de museo y 60 que habían prestado servicio en la "Gran Guerra" y que eran altamente inseguros.
Mitchell había escrito en sus cartas y diarios, muchos años antes de su juicio, cosas como las siguientes:
-Estando en Hawai dijo: "Pearl Harbor puede ser atacado por dos oleadas de aviones. Lo más probable es que esto lo haga Japón".
-Sobre la "Defensa Aérea" de su país dijo para la época: "Estados Unidos es completamente vulnerable a un ataque aéreo".
El abogado acusador de Mitchell en el juicio lo tildó de "loco" al preguntarle en qué estado mental se encontraba cuando había escrito esas cosas.
Decía el abogado acusador: "Señor Mitchell: ¿Está diciendo que los aviones pueden volar 400 kilómetros más rápido que la velocidad del sonido? ¿Sabe cual es la extensión del Océano Atlántico? ¡4800 kilómetros!".
Mitchell sólo le replicó que esas proyecciones no eran "cosas de brujos", sino lo razonable a ver en el futuro inmediato por los expertos en el área.
No está demás mencionar que el Tribunal que juzgó a Mitchell ¡estaba conformado por hombres que nunca habían volado un avión en su vida y que tenían sus pies en el lodo! (siendo estas las palabras de Eddie Rickenbacker, otra leyenda de la aviación y testigo en el juicio a Mitchell).
Sobra decir que el 7 de diciembre de 1941, el Imperio del Japón machacó Pearl Harbor con dos oleadas de bombarderos.
Y también sobra decir que el avión más avanzado de nuestro tiempo va mucho más rápido que la velocidad del sonido. Y que se tiene planeado enviar al hombre a Marte para 2030. "Cosas de locos", ustedes saben.
Mitchell fue condenado a suspensión de sus funciones sin derecho a sueldo por 5 años. Pero el tiempo le dio la razón. O como diría Nikola Tesla, otro "loco": El presente es un caos, ¡pero el futuro me pertenece!
El avión B-25, construido en 1940, también es conocido como Billy Mitchell.
El final de la película de 1955, de la que trata esta entrada de blog, cierra con aviones supersónicos surcando los cielos.
Tocaría preguntarle a Jacque Fresco (nacido en 1916) qué recuerdos tiene de esta historia. Si alguien lo puede hacer, se lo agradeceríamos mucho.
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