Con o sin Darwin...

Sí, se puede dar la vuelta a la perspicacia de Darwin y usarla de modo grotesco: magnates de voracidad insaciable pueden explicar sus prácticas de cortar cabezas apelando al darwinismo social; los nazis y otros racistas pueden alegar la «supervivencia del más apto» para justificar el genocidio. Pero Darwin no hizo a John D. Rockefeller ni a Adolf Hitler.

La avaricia, la revolución industrial, el sistema de libre empresa y la corrupción del gobierno por los adinerados son más adecuados para explicar el capitalismo del siglo XIX. El etnocentrismo, la xenofobia, las jerarquías sociales, la larga historia de antisemitismo en Alemania, el Tratado de Versalles, las prácticas de educación infantil alemanas, la inflación y la depresión parecen adecuadas para explicar la subida de Hitler al poder. Es muy probable que se hubieran producido esos acontecimientos o similares con o sin Darwin. Y el darwinismo moderno deja bien claro que muchos rasgos menos implacables, algunos no siempre admirados por magnates insaciables y Führersel altruismo, la inteligencia, la compasiónpueden ser la clave de la supervivencia.

El Mundo y sus Demonios, p. 287

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