Los tiempos, las instituciones....


Hay que quitarse de la cabeza esa idea caprichosa de la que partimos cuando somos niños: que las instituciones que nos rigen son tan naturales como las condiciones meteorológicas. No lo son.

Como las hay en todos los rincones de nuestro pequeño mundo damos por sentado que siempre han existido y que siempre tendrán que existir. Ésa es una peligrosa equivocación.

En realidad, son apaños pasajeros. Transformaciones que nunca nadie imaginó que fueran posibles en pocas generaciones.

Los niños de hoy en día creen que pasar nueve años en la escuela, llegar a la vejez y tener pensiones de viudedad, el voto femenino y las señoras con falda corta en el Parlamento son cosas que forman parte del orden natural y que siempre fueron así y siempre lo serán; sin embargo, sus bisabuelas habrían dicho que cualquiera que les viniera contando que tales cosas llegarían estaba loco, y que cualquiera que deseara su venida era un malvado.

George Bernard Shaw, Guía de la mujer inteligente para el conocimiento del socialismo y el capitalismo (Londres, 1928).

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